Edición original: Thermae Romae Vol.2
Guión: Mari Yamazaki
Dibujo: Mari Yamazaki
Formato: Rústica con sobrecubiertas, 176 págs. en B/N (6 a color)
Lucius llega a Roma después de tres años
en Jerusalén junto al emperador, pero su mujer ha abandonado el hogar para a
vivir con su familia. Como consecuencia de esto, nuestro protagonista ocupa el
día emborrachándose y ahondando en su dolor, convencido de que su mujer le ha
dejado porque él no le ha podido dar un hijo. Su amigo Marcus le acompaña a una
Onotea (sacerdotisa) con el fin de que ésta le haga un tratamiento para mejorar
su virilidad. Tras “visitar” el Japón moderno, Lucius vuelve preparado para
fecundar, pero cuando va a recuperar a su mujer, descubre que ésta ya está
embarazada de otro. En los años de ausencia por parte de Lucius, ella escuchó
que éste era homosexual y amante del emperador, y por tanto, decidió separarse
y relacionarse con otro hombre.
Tras arreglar algún que otro problema,
viaje a Japón mediante, en unas termas de poca importancia, nuestro ingeniero
es llamado de nuevo por el mismísimo emperador Adriano. Éste informa a Lucius
de que va adoptar a un chico llamado Lucio Ceonio para que sea su sucesor, pues
él no está bien de salud. Para que el pueblo vea con buenos ojos la llegada del
nuevo mandatario, Adriano encarga a Lucius que haga unas termas sin parangón
como obsequio para Roma.
Antes de pensar en ello, nuestro
protagonista se da cuenta de que el emperador está realmente mal de salud. Dado
que a éste le gusta mucho el Nilo y sus cocodrilos, Lucius, tras viajar a
Japón, le hace a Adriano unas termas especiales que le recuerden al río
africano.
Tras todo esto, Lucius comienza a agobiarse,
pues sabe que las nuevas termas tienen que ser muy buenas, para convencer al
pueblo de que quieran al “mal visto” y libertino Ceonio. Tras el
correspondiente viaje a Japón, en el que acaba en una especie de “Aquapark”, el
ingeniero realiza unas termas con tobogán que tienen un éxito increíble.
El problema que produce la nueva obra es
que deja sin clientela a las termas más antiguas y modestas de Roma. Tras
conocer la cuestión, Lucius no encuentra solución posible hasta que no viaja de
nuevo a Japón. Allí se da cuenta de que los baños más modestos utilizan una
especie de cupones y regalos para incentivar a los clientes. Así pues, cuando
llega de nuevo a Roma, aplica lo aprendido, funcionando perfectamente. Además,
Lucius vuelve de su viaje con una botella, que pide al cristalero que reproduzca
con exactitud.
Al mismo tiempo, vemos como alguien está
vigilando a Lucius, y parece que no le tiene mucho aprecio.
OPINIÓN
En principio, este segundo tomo me parece
mejor que el primero en cuanto a que, en determinados momentos, se desarrollan (de
manera muy tímida eso sí) otras tramas que no forman parte del esquema “problema-viaje
a Japón-solución”, y eso, además de dar un poco más de continuidad a la historia,
se agradece muchísimo.
El punto negativo a destacar, además de
su esquema repetitivo (aquí menos acusado), es que los destinos a los que llega
Lucius son buscados de manera ventajista por parte de la autora, con el fin de
que vengan “a huevo” para resolver el problema planteado. Es decir, dentro de
lo surrealista del guion, puedo entender el viaje interdimensional entre una
terma romana y un baño japonés (por su similitud), pero de terma a criadero de
cocodrilos, o de terma a parque acuático, sólo porque le viene bien al
protagonista, me “chirria” un poco.
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